Howard Phillips Lovecraft - Resumen de La Tumba
El narrador, de nombre Jervas Dubley, desde niño siempre fue un soñador, y gracias a la acomodada situación económica de su familia, no tenÃa necesidad de trabajar, al menos con urgencia inmediata, por lo cual pudo vivir del modo que le gustaba, que era lejos del mundo real leyendo libros de ficción en soledad, y contemplando la naturaleza en periódicos paseos por el bosque. Pero ahora, está recluido en un asilo para enfermos mentales, desde donde declara no estar loco, y escribe este relato con motivo de demostrarlo…
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Sucedió que un dÃa, explorando un lugar donde alguna vez hubo una mansión de la cual ahora sólo quedan sus ruinas, excavada en una ladera, encontró la puerta de una tumba de piedra oculta por unos zarzales. Era de granito, y se dividÃa en dos mitades con oxidadas terminaciones de hierro, las cuales estaban cerradas por pesadas cadenas sujetas con un candado. Quedó obsesionado por la curiosidad de saber qué habÃa dentro, asà que por la pequeña abertura que se producÃa al estirar las cadenas, vio que el interior de la cripta descendÃa en una escalera de piedra que se perdÃa en la oscuridad. Necesitaba saber qué habÃa más allá de esa oscuridad, pero por más que intentó ingresar, su cuerpo no cabÃa por el espacio entre las puertas. Investigando al respecto, se enteró que la tumba y la mansión habÃa pertenecido a la familia Hyde, y que el último finado en ser depositado en esa tumba tuvo su funeral décadas antes de su nacimiento. Y respecto a la mansión, se enteró que esta fue destruida en un incendio, provocado por un rayo que la impactó una noche mientras se celebraba una velada, y que a causa de ese incendio la familia se mudó, dejando la mansión en manos del tiempo para que los años la transformaran en lúgubres ruinas.
Desde entonces adquirió la costumbre de sentarse durante horas fuera de esa tumba y recorrer las ruinas de la mansión, habito que de a poco se fue convirtiendo en nocturno por razones de discreción. Le gustaba por la abertura sentir ese aroma a encierro y humedad, y de modo inexplicable ese olor le parecÃa familiar y lo hacÃa sentirse cómodo, además que por alguna razón que ni él mismo se puede explicar, conocÃa a la perfección cada rincón de las ruinas incluso al explorarlas por vez primera. Con el pasar del tiempo, su obsesión se incrementó el dÃa cuando estudiando el árbol genealógico de los Hyde y el suyo propio, encontró un parentesco lejano por parte materna, situación que lo hizo considerarse como el legÃtimo heredero de los Hyde y además el dueño de la tumba.
Una noche se quedó profundamente dormido, y despertó escuchando voces y viendo una luz en el interior de la tumba la cual de pronto se apagó, dejándolo perplejo al no saber si lo que cree haber visto y escuchado lo soñó o fue real. Y esa misma jornada también pasó algo más, ya que al volver a su casa encontró una llave en el ático, la cual supuso tal vez podrÃa ser de aquella tumba, y al dÃa siguiente comprobó que sÃ, que efectivamente era la llave del candado. Y al entrar en la tumba ese dÃa, vio que habÃa varios ataúdes en distintos estados de deterioro, y en un nicho encontró uno medio abierto que al examinarlo comprobó estaba vacÃo. Lo que hizo entonces, fue comenzar a visitar la tumba todas las noches para dormir en ese ataúd, pero, aparte del detalle de dormir dentro de un ataúd en una húmeda tumba llena de cadáveres, su comportamiento en general comenzó a cambiar en todos los aspectos como si se estuviera transformando en otra persona, e inexplicablemente desarrolló un miedo irracional hacia el fuego y las tormentas. También comenzó por aquellos tiempos a sentirse perseguido, como si lo estuvieran siguiendo, hasta que en una ocasión identificó al hombre que lo seguÃa, asà que se volvió más sigiloso para evitarlo, pero un dÃa en el cual creyó que no lo habÃan seguido, se encontró al volver a su casa en la mañana con su perseguidor hablando con su padre, quien le decÃa que su hijo, o sea, el narrador, habÃa otra vez pasado la noche durmiendo fuera de la tumba abrazado a la puerta. Se alegró el narrador por dentro al escuchar eso, ya que se dio cuenta que el espÃa mentÃa porque él en realidad habÃa dormido dentro de la tumba.
La última noche fue distinta, ya que en la mansión habÃa luces y muchos carruajes llegaban con personas vestidas de trajes elegantes, por lo cual esa noche en lugar de ir a la tumba fue a la fiesta de la mansión, “que no estaba en ruinas”, en cuya velada extrañamente conocÃa a todos los invitados siendo que los estaba viendo por primera vez. Y en la fiesta lo pasó bien, pero de pronto se desató una tormenta y todos comenzaron a gritar y a correr, y él sintió que se estaba quemando vivo.
Perdió el conocimiento en ese momento, y despertó cuando dos hombres lo llevaban al manicomio, pero él lo único que deseaba y suplicaba era que no lo alejaran de la tumba… de su tumba. Y un detalle paradigmático, es que esa misma noche fue encontrada entre las ruinas una caja muy antigua, desenterrada por el impacto de un relámpago, en la cual además de algunos documentos habÃa una fotografÃa del difunto señor Hyde, quien tenÃa una apariencia idéntica a la del narrador. Sin embargo su padre desestimó aquella fotografÃa, diciéndole que esa tumba siempre estuvo cerraba y con el candado intacto, y también que esa noche no hubo ninguna fiesta ni carruajes. Asà que ahora el narrador no sabe qué pensar, pues asume que no está loco, pero las palabras de su padre lo dejaron perplejo, por otro lado la llave de su cuello desapareció, y según su padre, esta también, nunca existió.
En el manicomio ha sido visitado por uno de los criados de su casa de nombre Hiram, a quien le contó su historia. Motivado por esta un dÃa aquel criado fue a visitar aquella tumba forzando el cerrojo con una palanca para explorar el interior, y curiosamente a pesar que todo indica que el narrador se imaginó lo que le contó, descubrió Hiram que el interior de la tumba era tal cual como se la habÃa descrito, incluyendo el ataúd vacÃo donde supuestamente dice haber dormido, el cual estaba justo donde debÃa estar. Asà que Hiram le confesó al narrador que por aquel detalle, sà cree en su historia, y personalmente se encargará que cuando muera, lo entierren en esa tumba.
Resumen de Alberto Salgado.
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