Resumen de Sombras Rojas de Robert Howard - Parte III

Sombras Rojas

Parte III

Robert Howard


Los tambores seguían sonando cuando Kane despertó, y se percató al tomar conciencia que estaba atado de pies y manos y tumbado en el suelo de una choza. Al girar su mirada vio a un negro viejo y de apariencia débil, lo cual lo hizo sospechar que si perdió la conciencia a causa de un golpe, dicho golpe no se lo propinó aquel viejo, de quien lo único vivo que detentaba parecían ser sus ojos parecidos a los de una serpiente.


El viejo estaba vestido sólo por un taparrabos, además de algunas parafernalias como brazaletes en sus tobillos y muñecas, y fetiches y huesos colgando en tiras de cuero. Y mientras pensaba Kane en de qué modo se podría comunicar con aquel salvaje, este le habló en perfecto inglés, aunque con acento y pronunciación graciosa evidenciando que el inglés no era su idioma natal.


Le preguntó el viejo africano el porqué había ido hasta allí, pero Kane en lugar de contestar su pregunta, le consultó cómo era posible que hablara en su idioma, pregunta ante la cual el viejo africano le contestó que hace mucho tiempo cuando joven fue esclavo, y en esas circunstancias aprendió a hablar en el idioma de los blancos, y acto seguido se presentó diciéndole que su nombre era N’longa, y agregando que era un chaman de magia juju. Acto seguido le preguntó el africano qué buscaba allí, contestando Kane que a un hombre blanco como él, y tras subsiguientes preguntas N’longa se enteró de la razón del porqué lo buscaba, planteándole ante aquello el chaman sus intenciones.


Resulta que Songa era el jefe de la aldea, quien había hecho un pacto con un blanco convirtiéndose en hermanos de sangre, ante lo cual N’longa quería hacer un pacto homologo con Kane, para una vez cumplido sus planes contra el otro blanco él adquiriera más poder en la aldea que Songa. Y tras la charla N’longa se retiró de la choza, dejando a Kane con dudas sobre si realmente habló con aquel chaman o si tal vez se trató de un sueño.


Fuera los tambores todavía sonaban, y se filtraba dentro de la choza el resplandor de los fuegos, cuando dos guerreros de repente invadieron la estancia armados con lanzas, quienes levantaron a Kane y lo trasladaron fuera de la choza y lo condujeron por un espacio abierto hasta un poste donde lo ataron, lugar en el cual había un semicírculo de rostros oscuros que lo observaban maliciosamente, y frente a él se levantaba un ídolo negro y deforme, una grotesca parodia de la humanidad y manchada de sangre, y a su lado había dos tronos, en uno, estaba sentado un enorme negro con detalles físicos que indicaban abusos y buena vida, y en el otro trono estaba… Le Loup. Sin embargo, el villano se veía distinto al que se le escapó de la guarida tiempo atrás, pues parecía haber envejecido y sus ropas estaban ajadas. Se inició entonces un dialogo aclarativo de lo sucedido en la guarida, en el cual le dijo Le Loup que había un pasaje secreto que por lo visto Kane no fue capaz de descubrir ni cuando quedó sólo en la guarida, ya que el cerrojo estaba escondido en un cofre contra la pared, y tras abrirse dicho pasaje automáticamente se cerraba. Y Kane por su parte le dijo que siguió su pista hasta Italia, a Florencia, y luego a Roma.


Preguntó luego Le Loup qué hizo con su tesoro, respondiendo Kane que se quedó con lo justo para financiar su persecución, y el resto lo repartió ente los aldeanos. Perplejo, Le Loup consultó por qué tanto esfuerzo en castigar sólo a una persona, contestándole Kane que es un ejecutor de la voluntad de Dios, y él, representaba la crueldad, el ultraje, la opresión, y la tiranía, y que en consecuencia la razón de su existencia, era defender a los débiles combatiendo contra el mal que él representaba, y además, debía vengar a la muchacha que encontró agonizante tiempo atrás.


Le Loup le dijo que estaba loco al dejar el tesoro en manos de unos campesinos, quienes seguro se matarán unos a otros por dicha fortuna, ya que esa es la naturaleza humana. Contestó Kane, que de no habérselos dejado, la inanición y el desamparo los habría matado. Acto seguido consultó Kane, por qué huyó de él a lo largo del mundo, contestando Le Loup de primeras que el huir es un habito difícil de romper, y luego agregó que debería haberlo matado esa noche en la guarida, pues seguro estaba de que lo podría hacer en un duelo. Luego Le Loup preguntó cómo lo encontró, respondiendo Kane que siguiendo el rumor de que un inglés con su descripción desembarcó de un barco español en esas costas internándose en la jungla, y su instinto lo incitó a pensar correctamente que aquel inglés era él.


Le Loup elogió a Kane como un buen cazador, y acto seguido pidió reconocimiento para él también, pues de un esclavo en ese barco español aprendió un poco del idioma local, y con ese poco de lenguaje se internó en la jungla, solo, y llegó a esa aldea de salvajes y caníbales convirtiéndose en el segundo del jefe Songa desplazando a N’Longa…




Resumen de Alberto Salgado.

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