Resumen de El Homúnculo
Parte II
Robert Bloch
Al día siguiente fue a visitar al señor Maglore a su casa, que estaba ubicada a media milla de BridgeTown en una explanada a orillas del Lago Kane. Golpeó, y le abrió un Maglore de rostro impávido y sin expresión. Su joroba se veía perturbadora, y su voz, débil y cavernosa, no sonaba normal. Le pidió Maglore que se fuera ya que estaba ocupado, y aunque el narrador insistió, la negativa del anfitrión, severa e intransigente, no fue posible de dar a torcer.
Así que se fue, asumiendo que su amigo estaba enfermo, pero volvió al día siguiente. Lo recibió en esa ocasión un Maglore distinto, quien le dijo convidándolo a pasar que estaba ansioso por terminar su libro. Le consultó entonces el narrador como iban sus investigaciones y de qué trataba el libro, pregunta ante la cual le contestó Maglore que sus hallazgos en el campo de la brujería, llevarían a la antropología y la metafísica a un estadio superior. Y en paralelo, le dijo que estudiaba sobre seres nacidos de la brujería, seres de El Otro Lado que por hechicería alquímica llegaban a este plano para servir a los brujos, y que a veces se presentaban como parte del mismo brujo nutriéndose de él, a quines se refería como, parientes, agregando que al terminar su libro se retiraría de todo pues se sentía muy cansado. Luego, de la nada su estado cambió, y diciendo con desesperación que se sentía cansado le pidió que se fuera y volviera la semana siguiente. Y al conducirlo a la puerta, se percató el narrador que había una evidente presión sobre su espalda que lo oprimía. Desconcertado, más que por la naturaleza de sus investigaciones y el Norte de sus afirmaciones, por el estado físico y la estabilidad mental de Maglore, fue a hablar con el medico local de BridgeTown al día siguiente, el doctor Carstairs, a quien tras comentarle sobre el estado del señor Maglore, discutieron, y convinieron en ir a visitarlo al día siguiente para así evaluar su estado con los materiales e instrumentos necesarios para realizar un correcto examen médico. Y al ir, no hubo respuesta a sus golpes en la puerta, y al espiar por las ventanas no percibieron ningún movimiento, así que saltaron la pandereta para ingresar por la puerta trasera en busca de novedades. Al ingresar en la casa, todo estaba oscuro y en silencio, y temieron mientras comenzaban a explorar sintiendo una presencia maligna vigilándolos entre las sombras, hasta que llegaron a la estancia principal, donde gritaron de horror al ver a Maglore muerto en el piso boca abajo con el torso desnudo. Y lo que les causó tanta impresión, más que ver a Maglore muerto, fue que en lugar de una joroba tenía en su espalda algo desagradable a la vista, a tal punto que el narrador se niega en su manuscrito a describir lo que vio en detalles.
Comenzó con el doctor entonces a quemar el libro de Maglore, y algunos ejemplares de las estanterías sobre hechicería y asuntos relacionados como Los Misterios del Gusano de Ludvig Prinn, y al poco llegó otro médico a quien habían llamado, ya que la causa del deceso de Maglore era desconocida para el doctor Cartairs, pues tenía donde debería haber una joroba algo que escapaba de sus competencias sobre la biología humana.
Al llegar el otro médico, cuya especialidad era la de forense, luego de examinar temerosa y dubitativamente el cadáver, también se declaró incompetente. Y luego, tras escuchar ambos médicos de parte del narrador lo que sabía al respecto, convinieron entre los tres en hacer un pacto de silencio, para que el mundo no se enterara de la naturaleza terrible de la muerte de Maglore. Y luego, revisando la casa en búsqueda de más material insano y maligno para quemar, encontraron una carta fechada de ese mismo día, la cual estaba dirigida precisamente para él, para el narrador.
LA CARTA
Le comenta que nació con esa cosa unida a su espalda, la cual al principio era pequeña, y los doctores dijeron que se trataba de un siamés no desarrollado, pero estaba vivo, tenía rostro y dos manos, y por algo equivalente a piernas estaba conectado a su espalda, y además tenía pulmones, pero carecía de estómago y aparato digestivo, sin embargo pese a respirar, permanecía inmóvil, como en una especie de estado de letargo absoluto. A los años abrió sus ojos y desarrolló colmillos y unas manos negras como garras, y él, debido a las pequeñas dimensiones de esa cosa en su espalda, usando ropas anchas intentó llevar una vida, “normal”, haciendo pasar a esa criatura que en estricto rigor era un homúnculo, consecuencia de las oscuras actividades de magia negra de su padre y su familia, como si fuera una pequeña joroba. Y sucedió que tras la muerte de su padre, al volver a casa del internado, esa, “cosa”, comenzó a crecer de tamaño, alimentándose de su sangre que le extraía clavándole los colmillos, y también le comenzó a hablar, a veces por una especie de conexión telepática, siempre comunicándole cosas que a cualquiera hubiese llevado a la locura, sin embargo, él, usó esos conocimientos para escribir su libro el cual no tenía precedentes. Y ante su suplicio, su mayor tormento, era ser consciente que aquel homúnculo maligno pretendía tomar posesión de su cuerpo, poseerlo, para de ese modo traer algo espantoso a este mundo. Y pensó que tendría algo de tiempo antes que eso sucediera, pero al sentir que la posesión del homúnculo estaba pronto a concretarse, comenzó a escribir aquel documento para informarle la verdad, antes de suicidarse, o buscar algún medio desesperado de liberarse de aquel ser…
* En esa parte la carta se interrumpe de modo abrupto…
EXPLICACIÓN
El homúnculo al enterarse de las intenciones de Maglore, detuvo su escritura y comenzó a castigarlo. Y sucedió que el narrador con el doctor Carstairs, entraron en esa casa justo cuando el homúnculo con sus garras le cortaba la garganta a Maglore, ya que había fracasado, no podría poseerlo, y pese a ser consciente que la muerte de Maglore conllevaría a la suya también, decidió cerrar el telón con sus propias garras en el ejercicio de causarle un último castigo a su anfitrión.

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