Resumen de Las Espadas de la Hermandad de Robert Howard - Parte III

Resumen de Las Espadas de la Hermandad

Parte III

Robert Howard


Terminado el duelo, mientras Kane retiraba su puñal del cadáver de Hardraker, Jack se percató que Sam apuntaba al puritano con una pistola, ante lo cual le disparó, lo cual provocó que Sam quien estaba bajo el farol apuntara involuntariamente hacia arriba y presionara el gatillo dejando el sótano a oscuras. En la oscuridad se escucharon blasfemias, rompimiento de vasijas, entrechocar de espadas, y disparos, junto a un chillido que indicó que al menos un disparo dio en un blanco humano, trifulca que Jack aprovechó para tomar a Mary de la mano y conducirla hacia arriba de las escaleras, y al llegar al final abrió la puerta sintiendo que gente venía subiendo detrás, ante lo cual se dio vuelta para enfrentar a quien viniera viendo que se trataba de Kane.


Salieron y cerraron la puerta justo cuando la horda llegaba, y desde el lado interior de la puerta se escucharon gritos y golpes, y disparos, los cuales sólo astillaron un poco la puerta pero no alcanzaron a atravesarla por la gruesa plancha de madera que la componía.


“¿Ahora qué?” Preguntó Jack. Observando el cadáver del guardia tendido que mató el puritano con su espada cuando llegó. Kane le dijo que los rufianes estaban encerrados en la bodega, pero había como cinco o seis guardias fuera, y que para llegar ahí se desplazó con sigilo entre las sombras, pero ahora que la Luna estaba en lo alto no podría repetir la hazaña, menos con compañía. Los condujo en consecuencia a una habitación, y se retiró diciéndoles que lo esperarán allí. 


Al quedarse solos, Jack intentó consolar a Mary con un abrazo, cuando ella gritó de terror a causa de ver algo. Jack se dio vuelta, y vio una abertura entre los paneles de madera donde estaba sir George Banway. Jack apartó a Mary, ambos se dispararon, y ambos acertaron. A Jack la bala lo rozó haciéndolo caer, mientras a sir George le llegó de lleno, sin embargo el villano se incorporó de inmediato tomando aliento, viendo Jack que pese a haberle acertado en su pecho no tenía ni manchas de sangre. Entonces, aprovechando que Jack estaba fuera de combate, sir George entró en la habitación, tomó a Mary de un tirón, y se la llevó poniendo de nuevo la plancha tras suyo. En ese momento Kane volvió, y tras contarle Jack lo sucedido, concluyeron que debía haber túneles secretos desde la bodega donde encerraron a los piratas y puertas secretas por toda la estancia. Luego Kane dijo que como sir George llevaba tiempo haciendo tratos sucios de contrabando con piratas, si no lo habían descubierto aún, se debía a que existían túneles que conectaban aquella bodega con la mar de modo discreto.


Salieron, y fueron hacia las rocas corriendo para evitar que los piratas se llevasen a Mary. La bruma se había despejado, de los vigías no había rastro, y al acercarse a las rocas escucharon el sonido de voces, y al acercarse al borde vieron a la luz de la Luna que los piratas se estaban yendo. Un bote se dirigía al navío mientras en otro los piratas esperaban, ya que sus jefes discutían, y se trataba de sir George y Ben Allardine, estando Mary tendida a sus pies y amordazada. Y discutían los jefes sobre el destino de la doncella, sobre si degollara ahí o llevársela viva, ante lo cual, Jack, herido y agotado, por su amor no pudo esperar así que saltó a rescatarla, y los piratas en el bote al ver el rápido movimiento creyeron que los estaban atacando un grupo de combatientes, debido a lo cual comenzaron a remar rumbo al navío dejando a sus jefes a su destino. Jack al caer, se incorporó de inmediato y atacó partiéndole el cráneo a Allardine, iniciándose entonces un duelo a muerte con sir George, cuando sintió Jack el cansancio además de la presión de su herida, lo cual aprovechó sir George comenzando a cortarlo, y cuando le iba a dar la estocada final, tropezó, lo cual aprovechó Jack en un último esfuerzo, concentrando sus fuerzas en un ataque desesperado asestándole una estocada en pleno pecho al rufián, pero la hoja se le hizo pedazos no habiendo siquiera herido a sir George, dejando a Jack atónito quien dejó caer su inservible arma.


En ese momento llegó Kane a escena abalanzándose sobre el villano, y mientras Jack se acercaba a Mary para desatarla, admiró la técnica de Kane, un combatiente con la espada sin igual, quien además de superar a sir George claramente en todo, lo hizo especular que no existía en el mundo alguien capaz de ganarle en un duelo de espadas al implacable puritano. Y en la pelea le dijo Kane a sir George, de quien ya se notaba el cansancio, que sabía portaba una malla de acero bajo la camisa, gracias a la cual el disparo y posterior estocada de Jack no fueron letales. Hasta que Kane ensombreció su rostro, y de un hábil movimiento atravesó el ojo de sir George penetrando hasta su cerebro. Fue una muerte limpia, rápida e indolora. Y mientras Mary se recobraba, vieron que la casa comenzaba a arder detrás, seguro por gestión de los piratas, y al mirar hacia la mar, vieron que la nave desplegaba sus velas y se hacía a mar adentro.


Se escuchó entonces el galope de caballos, los agentes de la ley venían, ante lo cual Kane se despidió. Mary preguntó su nombre para saber a quién le debía agradecer en sus oraciones, pero Kane en lugar de contestar, dijo que su recompensa era verla sana y salva, y le deseó una prospera vida junto a Jack. “Pero de dónde vienes y a dónde vas”. Insistió Mary. Contestó Kane que venía del crepúsculo y se dirigía al alba, y que Dios dirigía sus pasos, agregando que su misión estaba cumplida ahí, así que debía ir en busca de otro lugar donde el mal se cierna para con su espada defender a quienes no podían defenderse, pues él es un brazo de Dios quien protege a las buenas personas del mal que acecha en todos lados. Y terminó diciendo: “Hasta siempre, no volveremos a vernos”.


Jack con lágrimas en sus ojos le suplicó que se quedara, y Mary estirando sus brazos le rogó por lo mismo. Pero la silueta del puritano se desvaneció en la oscuridad, y ninguno de los dos escuchó sus pasos.




Resumen de Alberto Salgado.

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