Resumen de El Templo
Parte II
Howard Phillips Lovecraft
Nos encontramos en La Gran Guerra, en 1917. El narrador se llama Karl Heinrich Graf Von Altberg Ehrenstein, quien es un fiel representante de la tradición militar prusiana. Su grado es de capitán, y es el comandante del submarino U-29, el cual se encuentra sirviendo en el Atlántico a la caza de cargueros británicos. La guerra es dura, la infanterÃa alemana está sufriendo los envites de ingleses y franceses en las trincheras, y cada carguero británico que desembarca en Francia conlleva a que los enemigos reciban pertrechos y munición, y el trabajo del narrador, consiste en impedir que eso suceda…
Este relato comienza con lo sucedido el 18 de junio, cuando el U-29 cumplió con su deber torpedeando al carguero británico Victory. Tras la victoria se sumergieron, y al volver a superficie notaron que algo se aferró al casco. Asumieron se trataba de un marino enemigo pidiendo cuartel, seguro un superviviente del Victory, asà que abrieron la escotilla para ajusticiarlo con una bala, pero al salir del submarino vieron que se trataba de un cadáver que al parecer llevaba tiempo muerto, y no parecÃa ser un marino británico, y es más, ni siquiera parecÃa ser un humano. Al registrarlo encontraron en uno de sus bolsillos una figura de marfil con un desconocido motivo, y el segundo al mando, el teniente Klenze, se lo guardó, debido a que le atribuyó un gran valor artÃstico, y luego desprendieron el cadáver del submarino entregándoselo a la mar.
Desde entonces las cosas en el submarino se comenzaron a torcer, ya que los marinos encargados de desprender el cadáver, Schmidt y Zimmer, afirmaron que este abrió sus ojos y se fue nadando. Y Muller, comenzó a murmurar historias extrañas, sobre que el cadáver misterioso pertenecÃa a una civilización primigenia de hombres-pez, ante lo cual los marinos se pusieron nerviosos y comenzaron a rumorear sobre una maldición ligada a la figurilla que se guardó el teniente, y que serÃa mejor devolvérsela a la mar o las cosas podrÃan terminar mal.
Los problemas se agravaron el 19 de junio cuando algunos marinos comenzaron a enfermar, provocando esto que el resto atribuyera esa enfermedad desconocida de sus compañeros a una maldición. Y el 20 de junio, Bohm y Schmidt perdieron la cordura, debido a la tensión de no saber sobrellevar el temor a las supersticiones, asà que tuvo que tomar medidas drásticas invitando a Bohm y Schmidt a que abandonaran el submarino, para que sus desvarÃos no incitaran al resto de la tripulación a algún intento de motÃn. Maniobra que resultó efectiva, pero causante de algo peor… ¡Terror abordo!… pues los marinos más supersticiosos, al tener que escoger entre quedarse abordo junto a la figura o enfrentarse a los oficiales, tomaban la decisión de seguir el destino de Bohm y Schmidt saliendo sigilosamente por la escotilla para entregarse a la mar. Asà lo hizo Zimmer y Muller, mientras los otros quienes decidieron permanecer a bordo, continuaban murmurándose cosas al oÃdo cuando veÃan pasar a los oficiales, y sus rostros a cada hora se tornaban más sombrÃos…
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