La Máscara
Parte II
Robert Chambers
Después de ese día, el narrador estuvo convaleciente durante dos años a causa de una enfermedad o padecimiento de naturaleza mental, o emocional si se quiere, causada por su lectura de la segunda parte de El Rey de Amarillo, sumado a la tensión de sus esfuerzos por reprimir cualquier sentimiento más allá de amistoso hacia Genevieve. Y es que en el fondo, él padecía el mismo problema que ella, pues también la amaba, y escondía sus sentimientos bajo una máscara para ser leal con su amigo Boris.
Y sucedió que durante su convalecencia, en cada momento de lucidez cuando no recorría con su mente los párrafos de El Rey de Amarillo, pensaba en el gran conflicto que le causó a Boris y a Genevieve con su sola existencia, y se preguntaba si cuando se repusiera de su enfermedad podrían superar el problema y volver a ser amigos como antes. Pero un día ya no pudiendo aguantar más, le exigió a Jack quien con constancia lo iba a visitar, que le contara cómo estaba Boris y Genevieve, y su alma se rompió al recibir la información que Jack le dio en respuesta a su consulta, de que ambos habían fallecido.
Sufrió, rabió, y maldijo… durante una semana, hasta cuando creyó que había perdido la capacidad de poder sufrir más, y asumió que en su vida por circunstancia alguna volvería a padecer de tanta amargura. Y luego al salir de su convalecencia, tras haber vivido los peores días de su vida en medio de aquella crisis de tristeza, fue donde Jack a exigirle que le explicara lo que sucedió en detalles. Y le dijo Jack, que el mismo día cuando él cayó en su enfermedad, fue donde Boris a trabajar, y en eso estaban cuando a media noche escucharon un portazo. Boris le había dicho que Genevieve dormía bajo efecto de unos sedantes, pero al parecer estaba equivocado puesto que fue ella quien dio el portazo.
Boris corrió, y él lo siguió hacia el estudio donde estaba el estanque, pero llegaron demasiado tarde ya que cuando entraron, vieron que Genevieve yacía en el fondo del estanque de rodillas y con las manos cruzadas, pues se había suicidado convirtiéndose en una estatua de mármol. Y al ver eso, desenfundó Boris su revólver y se dio un tiro en el pecho, impedido de poder continuar viviendo sin ella.
Lo que hizo Jack al respecto, fue llevarse el cadáver de Boris a su alcoba, vaciar el líquido del estanque hasta la última gota, y en el laboratorio vertió todas las botellas con el líquido por las cañerías, y encendió la chimenea donde quemó todos los documentos de Boris, de los cuales en uno de ellos debía estar la formula maldita. En ese momento llamó a un doctor, a quien tras explicarle la gravedad de los hechos, entre ambos convinieron que debían ocultarlo todo. Así que finiquitaron a los sirvientes diciéndoles que Boris y Genevieve se mudaron al extranjero, sepultaron a Boris firmando el doctor un certificado de deceso por paro cardiaco, y a Genevieve la dejaron donde estaba, en el estanque, como la más perfecta y hermosa obra de mármol que jamás ha habido.
Terminada la exposición de Jack, el narrador le dijo que en su convalecencia sintió que Boris lo había visitado, algo, imposible, pues ya estaba muerto, por lo cual Jack se tomó aquello como un delirio, y acto seguido le entregó al narrador una carta que al leerla vio era el testamento de Boris, en el cual decía que de pasarle algo a él, todas sus posesiones serían para Genevieve, y que de fallecer ella también, su casa y el estudio serían para Alec y Jack.
Al día siguiente, el narrador se fue de viaje a Constantinopla en Turquía para escapar de la tragedia ocurrida, y luego de algunos viajes más, manteniendo siempre el contacto con Jack, a su segundo año de retiro estando en Bombay, India, le llegó una carta de Jack, donde le decía que estaba siendo constantemente atormentado por sueños, o pesadillas, en los cuales Boris le decía algo, pero al despertar olvidaba qué era. Y le pidió que por favor volviera a Francia lo antes posible porque necesitaba de su ayuda y compañía, ante lo cual en respuesta el narrador le envió un telegrama a París informándole que partiría de regreso de inmediato.
Al llegar a París, fue junto a Jack a visitar la tumba de Boris en el Cementerio de Sévres, y al paso de una semana como las pesadillas de su amigo no mejoraban, le recomendó un cambio de aire, recomendación que Jack aceptó así que se marchó de viaje. Y al quedar solo él en casa, decidió quitarse la máscara de indiferencia y enfrentar el momento que intentó evadir al irse de viaje, que era ir a ver a su amada Genevieve, y ese día cuando al fin estuvo frente a su estatua, se arrodillo ante ella, la besó con el corazón roto de tristeza, y se retiró entre lágrimas volviendo entonces a ocultar sus sentimientos tras su máscara, con la convicción de no volver a entrar en aquel estudio jamás.
Días después una sirvienta le fue a dejar una carta, y le dijo que había aparecido un conejo en el jardín, y que el conejo de mármol desapareció o se lo robaron. Luego al retirarse la sirvienta abrió la carta, y vio que era de Jack quien decía que volvía a París debido a unos nuevos sueños que estaba teniendo, así que le pedía por favor que lo esperara. Tras terminar de leer la carta volvió donde él la misma sirvienta, pero esa vez a quejarse cargando una pecera con agua y un pez nadando dentro. Le dijo que el pez de mármol desapareció o se lo robaron, y que encontró a ese en el suelo, ante lo cual decidió meterlo en aquella improvisada pecera. El narrador al escuchar eso supuso que el pez y el conejo de mármol no desaparecieron ni se los robaron, y que el pez y el conejo vivo tampoco se materializaron desde otra dimensión, sino que al parecer la fórmula que Boris creó no era perpetua sino sólo duraba un tiempo, bastante largo, pero finito. Se levantó enérgico entonces y corrió al estudio del estanque a comprobar su especulación, y al abrir la puerta miró hacia la estatua de Genevieve, la cual lentamente se comenzó a mover levantando su mirada y abriendo sus ojos somnolientos.

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