Resumen de La Cosa en el Tejado de Robert Howard - Parte II

Resumen de La Cosa en el Tejado

Parte II

Robert Howard


Tussmann ya había estado una vez en aquella región, así que conocía la ubicación del templo, pero en dicha ocasión no pudo entrar ya que accidentalmente se le había disparado su revólver en el pie, por lo cual, herido, debía llegar pronto a la costa en busca de un médico. Tiempo después de aquella expedición en su Cultos Sin Nombre de edición de la Golden Goblin, leyó algo sobre ese lugar algo vago y poco claro, y por eso necesitaba un Unaussprechlichen Kulten original en alemán, para aclarar sus dudas y confirmar sus hipótesis. Y tras marcharse Tussmann de su casa en Londres, el narrador estuvo leyendo el capítulo de “Honduras” donde encontró cosas inquietantes, así que al día siguiente intentó alcanzarlo para advertirle del peligro, pero Tussmann ya se había marchado a su expedición…



Al pasar de algunos meses recibió una carta para que se apersonara en su propiedad de Sussex, y que por favor llevara el Unaussprechlichen Kulten, ante lo cual el narrador partió tan pronto como pudo para enterarse de cómo le fue a Tussmann en su expedición.


Llegó a la hacienda de su amigo un poco después del crepúsculo, y un sirviente lo condujo al estudio donde se encontró con el anfitrión, quien se veía más delegado y bronceado por el Sol del trópico. Y tras saludarse, le contó Tussmann que el templo estaba construido en roca sólida por una técnica arquitectónica incomprensible, “tomando en cuenta que era prehispánica”. Las paredes exteriores estaban semi en ruinas, pero las interiores intactas, y dentro había una cámara circular perfecta como tallada más por tecnología que por golpes de martillo y cincel, y en el centro estaba el altar, y detrás de aquel altar estaba la cámara donde encontró la momia, la cual claramente pertenecía a una raza no americana, aunque no pudo reconocer su etnia real. Y le enseñó la joya que colgaba del cuello de la momia que se había traído como botín, la cual era de un material desconocido, trasparente, parecido al cristal, con la figura de un sapo tallada, y en la cadena había unos extraños grabados similares a los de un monolito negro ubicado en Hungría. Luego, le dijo que con algunas dificultades pasó por una estrecha escalinata que parecía descender hasta las entrañas de la tierra, y tras algunos corredores subterráneos del templo llegó al fin a la entrada, o salida, de la cámara secreta, que abrió manipulando la figura con forma de sapo como una llave. Pero al entrar, no encontró ningún tesoro…


- Cuando la puerta se abrió, desde el interior sintió como si algo se hubiera despertado.
- Los acompañantes de Tussmann, atemorizados, se negaron a entrar.
- Y Tussmann ingresó solo, y al no encontrar tesoros salió rápido ya que se sintió acechado por “algo”.


Salió con la intención de al menos llevarse la momia, pero esta desapareció junto a sus acompañantes, así que supuso que estos se la llevaron, o que la escondieron por superstición ante una hipotética maldición, por lo cual sólo pudo traerse la joya. Le pidió el libro entonces al narrador, y mientras lo examinaba, comprendió Tussmann que cometió tres errores…


1 - No valoró las advertencias de Von Junzt.
2 - Dejó la puerta abierta.
3 - Y se trajo la llave consigo.


Es que todo indica que algo despertó y quedó libre por sus tres errores, y discutían sobre aquello en el vestíbulo, cuando fueron alertados por un sirviente de que se escuchaban ruidos de “algo” en el techo, como si un caballo estuviera zapateando en el tejado. En ese momento Tussmann también escuchó, y subió para encerrarse en el estudio ordenando a gritos que nadie lo molestara. El narrador comenzó en ese momento a leer el libro, y al hacerlo entendió que el tesoro de un templo, ¡Es el dios del templo!… Alarmado por aquello subió hacia el estudio, y al acercarse a la puerta escuchó un grito de dolor seguido por un batir de alas gigantes, y al abatir la puerta para ingresar al estudio. Vio…


- La ventana y parte de la pared destrozada.
- La habitación desordenada.
- Tussmann tendido en el suelo, muerto.
- Marcas de pesuñas en el cadáver y su cráneo destrozado.
- Y la joya, había desaparecido.


EXPLICACIÓN


El tesoro de un templo, es el dios del templo… Un ser estaba atrapado en aquella sala, el cual por medio de una desconocida ciencia arcana permanecía incorpóreo, y es por eso que Tussmann sintió algo pero no vio nada al entrar allí. Y al salir de su prisión, el ser recuperó su forma física, que era como la de un pulpo gigante con patas de caballo y alas de murciélago. Y esa criatura, o esa cosa, siguió a Tussmann desde Honduras, entró por el tejado de su casa, lo asesinó, y se llevó la joya, que era el único medio para volverlo a encerrar.




Resumen de Alberto Salgado.

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