Resumen de La Ciudad Sin Nombre
Parte I
Howard Phillips Lovecraft
El narrador nos comenta el detalle de una perturbadora exploración que llevó a cabo en el desierto de Arabia, la que en la actualidad lo ha dejado bastante afectado en su estabilidad emocional, lo cual se evidencia en su rostro que detenta arrugas no propias de su edad, debido a que desde aquella exploración, no vive tranquilo.
Él, sabÃa del lugar por leyendas de las tribus árabes, las cuales evitan la zona por temor. Se hablaba sobre unas ruinas malditas semi enterradas, pero él, un occidental, sin temor a las leyendas, fue a conocerlas montado en camello y solo, asumiendo que las leyendas, no eran más que simples leyendas, las cuales aquejaban a los locales por delirios supersticiosos propios de personas de cultura no occidental. No le costó encontrar el lugar, y al llegar, se sorprendió, pues más que unas ruinas era una verdadera ciudad, la cual por su detalle lo hizo calcular era más antigua que Egipto y Babilonia, y tal vez contemporánea a la mÃtica Id, cuyos cimientos en la tierra de Mnar descansan en las cercanÃas de las ruinas de Sarnath. Y también entendió al verla la naturaleza de los temores de los locales, debido a que esa ciudad de nombre olvidado en el tiempo a simple vista en efecto daba la impresión de estar maldita, o al menos que nada bueno le deparaba a quien osara adentrarse en ella. Llegó de noche, a cuatro horas que se alzara el Sol en el horizonte, y viendo como un torbellino de aire se desplazaba por las edificaciones, decidió acampar a las afueras de la ciudad para iniciar su exploración por la mañana, ya que las ruinas eran demasiado inquietantes como para recorrerlas bajo la luz de la Luna.
Al amanecer se percató que habÃa un nuevo torbellino, y al comenzar la exploración de la ciudad se sintió más sorprendido que cuando la contempló de noche y a lo lejos, debido a que era difÃcil pensar que manos humanas, y sobre todo de humanos prehistóricos, hubieran sido capaces de construirla. Al anochecer de esa primera jornada volvió a acampar a las afueras, pues pese a ser unas ruinas abandonadas no se sentÃa seguro en ellas, algo muy difÃcil de explicar a un tercero pero muy entendible cuando se vive en carne propia, pues no se trata de temer a una amenaza, sino de una incomodidad al sentirse inmerso en lo desconocido.
Al segundo amanecer vio de nuevo un torbellino recorriendo la ciudad al igual que la noche anterior, y al volver a explorar, pero ahora en otra zona, luego de algunas horas llegó a un lugar donde los edificios eran distintos, los cuales pese a que sus fachadas se habÃan borrado, “en caso de haber tenido alguna vez decorados”, supuso eran templos. La arena habÃa bloqueado las entradas a esos edificios, pero se dispuso a remover dichas arenas para hacerse un hueco por el cual ingresar, pues si aquellos eran templos, en su interior hallarÃa lo que hasta el momento no habÃa encontrado, que eran vestigios de la civilización constructora de aquella ciudad de nombre olvidado.
Al entrar en uno de los templos, descubrió que su lucubración era correcta, ya que el fuego de su antorcha iluminó un templo con pilares y altares, y a pesar de no haber grabados ni frescos, en su lugar habÃa piedras extrañas talladas con forma de sÃmbolos desconocidos. Y lo más curioso de ese templo, es que al igual que en toda la arquitectura de los interiores de la ciudad, parecÃa haber sido construida para personas de una estatura más baja de lo normal, debido a que en varios lugares incluso se tuvo que inclinar para recorrerlos.
Al caer la noche de esa segunda jornada de exploración, decidió continuar en lugar de irse a descansar en su campamento a las afueras de la ciudad, pues su curiosidad ante lo que estaba contemplando superó a sus temores, cuando de repente sintió que un viento corrÃa fuerte fuera del templo el cual hizo a su camello asustarse, asà que salió para tranquilizarlo y a la vez comprobar si se trataba de un nuevo torbellino como los que habÃa visto desde lejos en su campamento. Pero al salir, fue él quien quedó más intranquilo que el camello al percatarse que no habÃa viento, sino que se trataba de una corriente de aire proveniente de otro de los templos. Ante ese inexplicable fenómeno, decidió no volver al templo que estaba explorando y entrar a ese otro del cual provenÃa la corriente, con intención de entender cómo era posible que el viento saliera de allà en lugar de entrar.
Al ingresar a ese templo al fin encontró arte pictórico en los muros, y pese a que no logró entenderlos, admiró el detalle artÃstico de quienes los hicieron. Y al seguir recorriendo aquel templo, encontró la entrada de una especie de túnel de piedra revestida cuyo corredor iba en pendiente descendente, y al comprobar que de allà provenÃa la corriente de viento, supuso que ese templo los constructores deben haberlo montado sobre una caverna natural. En otras palabras, asumió que el viento entraba por alguna caverna lejana, y salÃa por ahÃ, pero al margen de aquella suposición, debido a todo lo que ya habÃa visto, decidió adentrarse a explorar por ese túnel, pues era indudable que lo conducirÃa a alguna sala o templo u otra estancia sorprendente, donde tal vez encontrarÃa al fin lo que estaba buscando, que eran vestigios de los constructores y de quiénes habitaron en aquella ciudad sin nombre…
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