El Hipnotizador
Ambrose Bierce
Otra persona con sus habilidades e intereses ofrecerÃa una explicación mejor de lo ocurrido, pero él, el narrador, sólo expone los hechos sucedidos.
Sus intereses son el hipnotismo y los misterios de la mente, pero, él siempre se ha preocupado por el funcionamiento de las cosas, y no por la naturaleza que fomenta dicho funcionamiento. Lo que quiere decir, que tiene tan poco aprecio por la ciencia, como la ciencia seguro lo tiene por sus asuntos.
Descubrió el narrador que tiene este poder, o facultad, en la escuela cuando tenÃa 14 años de edad. Sucedió un dÃa en que no tenÃa almuerzo, y miraba a una niña que se disponÃa a comer con tanta codicia debido al hambre, que de repente la niña levantó su mirada hasta encontrarse con la suya, se levantó como una autómata, caminó hacia él con la mirada ausente, y sin decirle nada le entregó su canastita y se marchó. Tras ese dÃa hizo la costumbre de aprovecharse de esa niña, debido a que la economÃa en su casa no era buena por lo cual nunca podÃa llevar almuerzo, y mejoró sus facultades en el ejercicio, como por ejemplo haciéndola creer que ella estaba comiendo mientras él se comÃa su comida, o el de hacerla olvidar todo lo sucedido, lo cual es alterar sus recuerdos y modificar su percepción de la realidad. Luego durante algunos años, tuvo poca oportunidad de practicar el hipnotismo debido a su reclusión en la cárcel a causa de la muerte de la niña, remitiéndose sólo a buenos tratos de los guardias y comida extra obtenida de otros reclusos, hasta el dÃa en que lo liberaron, pues sucedió cuando iba hacia el portón que da a la libertad, que de súbito dio media vuelta y miró fijamente al director y lo hipnotizó, quien, “el director”, murió al tiempo atragantado en el esófago por una gran cantidad de cosas indigestas que intentó ingerir producto del hipnotismo.
Al volver a la libertad, desde Succotash Hill se dirigió a Sud Asfixia, zona que hace años fue conocida por los crÃmenes de un bandido llamado Pete Gilstrap, y a causa del recuerdo de dichos crÃmenes el camino era poco transitado. Y sucedió que caminando hacia Sud Asfixia, el hogar de su niñez, se encontró con sus padres en un picnic almorzando bajo un roble. Aquella visión, le hizo recordar que la economÃa familiar por el asunto de sus almuerzos escolares lo condujeron a sus penurias, lo cual le generó un gran enfado.
Sus padres lo reconocieron al verlo, pero no hubo cordialidad en el saludo, y la indiferencia de sus progenitores ante su condición aumentó su enfado. Conllevándolo a decirle a sus padres tras hipnotizarlos: “Ustedes son unos potros salvajes, y enemigos, y se odian mucho”. Y ante aquellas palabras en consecuencia, el señor y la señora se pusieron en cuatro patas y comenzaron a luchar.
Sus piernas se cruzaban y mezclaban en el aire en el ejercicio de propinarse patadas, y por ser sus padres naturalmente bÃpedos, “humanos”, era inevitable que a momentos tuvieran que sostenerse con las rodillas, y respecto a sus extremidades superiores, se golpeaban con puñetazos, pero en el suelo, lógicamente, se sostenÃan con las palmas, y con sus voces por su parte emitÃan con frenesà descontrolados sonidos como de bestias furiosas.
Con el pasar de los minutos producto de la furiosa lucha, el pasto y la tierra se comenzó a teñir de sangre, y ellos, los padres del narrador, ya no eran humanos, habÃan dejado de serlo.
Producto de aquella situación volvió a ser arrestado bajo el cargo de, “alterar el orden público”. Tal vez, otra persona con sus capacidades podrÃa haberse beneficiado de su condición, en cambio él, por el uso de aquella misteriosa fuerza de la sugestión hipnótica, sólo ha tenido infortunios que lo han conducido a vivir privado de libertad.
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