Resumen de Sombras Rojas de Robert Howard - Parte IV

Sombras Rojas

Parte IV

Robert Howard


Apareció en ese momento en escena un enorme negro de cabeza simiesca y nariz chata y labios gruesos, pero que pese a su estatura se movía ágilmente. Le dijo Le Loup que ese enorme negro se llamaba Gulka, y que fue él quien lo derribó, pues desde que puso un pie en tierra muchos ojos lo observaban y seguían entre los árboles. Luego Le Loup le indicó un cadáver, que Kane no pudo ver bien al principio por el resplandor del fuego, y se trataba de un deforme y peludo ser humanoide a quien dijo que Gulka mató en persona ya que él solía cazarlos, lo cual requería de una gran habilidad, tanta como para acercarse a Kane con sigilo por su espalda y tumbarlo sin que se diera cuenta.


En ese momento Gulka se acercó a Kane, y al cruzarse sus miradas el negro retrocedió un paso, pues la mirada del puritano era severa e intimidante incluso para él. Para resarcirse de aquella extraña sensación, desconocida para Gulka pues nunca había sentido miedo en su vida, aporreó su pecho y bramó y cogió a un hombre cercano del semicírculo y lo arrojó al altar del tenebroso ídolo, la victima que chilló de terror, y Gulka lo silenció con una lanza. Acto seguido Gulka se detuvo frente a Kane, amenazándolo con su lanza ensangrentada ante las risas de Le Loup por la situación.


En ese momento apareció en escena N’Longa, desde ninguna parte, gracias a sus estudios en el arte del ilusionismo con el cual se puede aparecer y desaparecer distrayendo la atención del observador, pero apenas apareció, Gulka lo sometió y ató en el poste contiguo al de Kane lo cual generó más carcajadas en Le Loup. Y al terminar de reír el villano, le dijo que consiguió desde fuera de la choza donde lo tenían retenido escuchar la conversación de N’Longa y suya, así que estaba al tanto de las traicioneras intenciones del chaman, informándole que con la venia de Songa los quemarían vivos a ambos.


Comenzaron en consecuencia los nativos a acumular leña a los pies de Kane y N’Longa, lo cual hizo al puritano vagar en sus pensamientos en todo lo que lo rodeaba… los tambores, las manchas de sangre, el dios negro, y los canticos en lengua desconocida, cuando se dio cuenta que N’Longa le estaba hablando diciéndo que haría una magia poderosa. Un negro se acercó con una antorcha en ese momento encendiendo la madera a los pies de los sentenciados, momento en que N’Longa se desplomó perdiendo su vitalidad cayendo su cabeza sobre su pecho aparentemente muerto, situación ante la cual Le Loup maldijo, ya que los privaría el chaman de verlo chillar por las llamas.


En ese momento los tambores se detuvieron y el silencio cubrió todo el poblado, ya que incluso Kane a su lado se sorprendió al ver que el cadáver hace poco ejecutado junto el altar por Gulka, se comenzó a reanimar lentamente con movimientos temblorosos, y tambaleándose se comenzó a levantar y enderezarse.


Kane observaba la escena aturdido, pues no era capaz de concebir lo que ocurría más que como una manifestación infernal, y a medida que el zombi dejaba de tambalearse controlando el equilibrio, se giró hacia el trono, y con los brazos extendidos comenzó a avanzar en dicha dirección. Le Loup presenció la escena con ojos desorbitados, y cuando el zombi se comenzó a acercar, víctima del terror se encogió en el trono, mientras Songa por su parte se levantó cogiendo una lanza con la cual cargó atravesando el pecho del zombi, pero un muerto no puede morir, por lo cual el zombi continuó avanzando.


El zombi atrapó con sus brazos a Songa sometiéndolo mientras este chillaba de terror haciéndolo caer, y mientras aquello sucedía vio Kane a Le Loup desaparecer en la oscuridad, y acto seguido los locales comenzaron a correr en todas direcciones mientras el puritano desfallecía por el humo y el calor del fuego, sintiendo al poco que lo liberaban de sus ataduras, suponiendo el puritano que lo hacían porque los locales asociaron la reanimación del zombi como brujería de N’Longa. Y al observar detalles, vio que N’Longa yacía muerto en el suelo, al igual que Songa, y que el zombi yacía inmóvil en el suelo.


Kane se incorporó acercándose a N’Longa, y atónito comenzó a detectar que, no en una reanimación como de zombi, sino que la vida comenzó a volver a su cuerpo, abriendo sus ojos el chaman con una sonrisa e incorporándose. Acto seguido Kane miró en rededor, viendo que los locales inclinándose atrás y adelante sus cuerpos adorando a N’Longa con reverencia, y al levantarse el chaman, los locales se arrodillaron.


Le dijo N’Longa en ese momento a Kane que era un gran hechicero juju, que su espíritu salió de su cuerpo, mató a Songa desde otro cuerpo, y luego volvió al suyo. Momento en que el puritano observó al dios negro. Escuchando que este decía: “Soy el alma de la jungla”…




Resumen de Alberto Salgado.

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