Los Otros Dioses
Howard Phillips Lovecraft
Esta historia parte en Ulthar, en una época contemporánea a cuando fue promulgada la ley que prohÃbe lastimar a un gato, y los protagonistas se llaman Barzai y Atal. Y aquà son presentadas dos clases de entidades, los dioses elementales y los dioses de los abismos.
BARZAI: Es un experto en el misterio, y su especialidad es el conocimiento de los dioses primigenios de la Tierra.
ATAL: Es uno de los personajes de la obra “Los Gatos de Ulthar”. Se trata del hijo del posadero, quien vio cuando los gatos se reunÃan fuera de la casa de Los Viejos para cobrar venganza. Y en este relato, es un joven deseoso de aventuras, quien se ha hecho amigo de Barzai para conocer cosas extrañas y de ser posible vivir alguna aventurilla.
El narrador, comienza comentando que los dioses siempre han morado en la cima de las montañas, y que en los albores de la humanidad estos solÃan vivir incluso en cimas inferiores, pero cuando los humanos comenzaron a explorar el mundo, los dioses se tornaron severos y comenzaron a vivir sólo en las cimas más altas para no ser molestados por humanos curiosos. En consecuencia ahora los dioses viven en naves voladoras y por medio de ellas se mueven de una montaña a otra, pero al hacerlo despliegan nubes sobre ellas para que los humanos en lugar de ver una nave espacial sólo vean una nube desplazándose.
Cerca de Ulthar está el pueblo de Hatheg, en donde la ley de protección de gatos aún no ha sido promulgada. Ese pueblo está ubicado a los pies de una montaña, la cual por estar cerca del pueblo se la conoce como Hatheg-Kla, y según Barzai en base a sus estudios de los “Manuscritos Pnakóticos”, cuando la cima de esa montaña se cubre de nubes, es porque los dioses están ahÃ. Y existe también una leyenda, la cual dice que cuando alguien sube al Hatheg-Kla estando esta cubierta de nubes, no regresa y no se vuelve a saber más de la persona. Pero pese a aquella leyenda, Barzai le contó a Atal que pretendÃa subir allà para ver a los dioses, y Atal, deseoso de aventuras, se ofreció a acompañarlo… asà que partieron.
Al llegar al Hatheg-Kla, durante tres dÃas subieron hasta los picos menores, y cuatro dÃas acamparon ahà a la espera de los dioses, hasta que al octavo dÃa llegaron las nubes, y entonces reanudaron la marcha, pero el deseo de Barzai y el temor a lo desconocido de Atal los hizo avanzar a velocidades distintas en la recta final para entrar en la niebla, hasta que llegó un momento en que Atal dejó de ver a Barzai cuando este último entró en la bruma. Sin embargo Atal podÃa escuchar a Barzai clamando de alegrÃa, diciendo que los dioses estaban cantando, asà que en ese momento Atal perdió su miedo y comenzó a avanzar rápido para ver y escuchar también a los dioses, cuando de pronto se detuvo ya que Barzai comenzó a gritar diciendo que las cosas habÃan cambiado, debido a que los otros dioses habÃan llegado, los dioses de los abismos infernales.
Barzai le gritó a Atal que huyera, ya que si llegaba a ver u oÃr a alguno de los otros dioses morirÃa, ante lo cual el joven comenzó a retroceder con los ojos cerrados y tapándose los oÃdos para volver al pueblo, y desde ese dÃa nadie volvió a saber sobre Barzai, y Atal jamás volvió a subir montañas.
Esa noche se escucharon truenos feroces como si se librara una batalla de relámpagos en la cima del Hatheg-Kla, y los atronadores truenos se escucharon incluso hasta en Ulthar que estaba a dÃas de distancia, y también se formó un eclipse. En consecuencia desde ese dÃa cuando las nubes se posan en lo alto del Hatheg-Kla las personas se estremecen, y cuando se forman eclipses la gente se encierra en sus casas y duermen con armas a los pies de sus camas, ya que desde ese dÃa nació una nueva leyenda, consistente en que las nubes indican la llegada de los dioses, y los eclipses la llegada de los otros… los otros dioses.

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