Resumen de La Mano Derecha de la Maldición de Robert Howard

La Mano Derecha de la Maldición

Robert Howard


Iban a colgar a un hombre al amanecer en Torkertown, acusado de brujería, y aquella noche en una taberna cercana al pueblo iluminada por las llamas de una chimenea, un hombre llamado John Redly bebiendo vino se jactaba de la ejecución que iba a haber, la ejecución de Roger Simón, un nigromante, un experto en artes diabólicas y magia negra, a quien ni toda su infame magia pudo salvarle, pues los soldados lo apresaron en la cueva donde se escondía, y se jactaba, ya que él mismo lo delató, enseñando las monedas que obtuvo por recompensa.


Un hombre estaba sentado silencioso cerca del fuego, y al llamarle la atención el solitario, Redly le consultó su opinión. El hombre solitario lo miró con severidad penetrante. Diciendo: “El nigromante seguro merecía la muerte, pero tú has hecho una acción reprobable también, ya que él confiaba en ti, y lo traicionaste por unas cuantas monedas, en consecuencia lo que pienso, es que algún día te reunirás con él en el Infierno”.


Redly al escuchar las palabras del hombre solitario no se atrevió a contestar nada, ya que ese hombre con atuendo de puritano intimidaba. Tras aquello el hombre solitario se levantó y se marchó hacia el cuarto que rentó en aquella taberna, y al perderse de vista Redly consultó quién era, recibiendo por respuesta que su nombre es Salomon Kane, un hombre peligroso, por lo cual tuvo suerte de no hacerlo enfadar. Y acto seguido el posadero agregó, que ojalá no se cumpla la venganza que el brujo Roger Simón juró al ser arrestado, que caería sobre él, John Redly, por haberlo traicionado.



Más tarde esa noche, Salomone Kane despertó de un sobresalto por unos ruidos que escuchó en la casa ya que tenía el sueño ligero, ruido como si un gato estuviera escalando el muro exterior, y luego como si alguien quisiera abrir una ventana. El puritano se levantó, tomó su espada, fue a la ventana, la abrió, oteó, y, nada, salvo la ventana de la habitación contigua abierta. Luego fue al pasillo, asumiendo por su sentido de la audición que alguien había entrado en esa habitación contigua, y asumiendo también por su intuición que su ocupante dormido podía estar en peligro. Abrió la puerta de aquella habitación, y vio que John Redly dormía ahí, luego miró hacia la ventana, donde vio lo que parecía una araña gigante que se lanzó al suelo y fue hacia la cama, pero esa cosa no era una araña ya que tenía cinco patas, y su apariencia además era tan extraña que Kane se quedó paralizado no sabiendo qué hacer. La cosa subió a la cama, y Kane dio un grito de advertencia como el que se hace para espantar a un ratón, ante el cual Redly despertó, justo cuando la cosa se aferró a su garganta con bastante fuerza, estrangulándolo, y tras ello la cosa se soltó del cuello y quedó inmóvil en la cama. Se acercó a comprobar qué era, viendo con espanto que se trataba de una mano humana cercenada, inerte, y llamó su atención que en el dedo índice de la mano había un anillo de plata con la figura de una serpiente enroscada.


Kane se quedó pensando, reflexionando en lo que había atestiguado con sus propios ojos, cuando entró el posadero al cuarto con una vela en la mano. Y tras consultar, y las debidas respuestas de lo sucedido por parte del puritano, el posadero impresionado y temeroso le pidió que arrojara esa cosa diabólica con forma de mano al fuego.



A la mañana siguiente en Torkertown le contaron a Kane que durante la madrugada el brujo Roger Simón fue colgado antes del alba, y le llamó la atención enterarse que subió al patíbulo con una sola mano. Al pedir detalles, le dijeron que a un guardia le pidió el brujo como último deseo que le amputara la mano derecha a la altura de su muñeca estando en la celda, y al hacerlo el guardia, el brujo tomó su cercenada mano derecha con su mano izquierda, y la arrojó entre los barrotes musitando unas palabras inentendibles, luego envolvió el muñón de su brazo derecho con unos trapos para detener la hemorragia, y se quedó el resto de la noche sentado en la celda como en una especie de trance, y su mano cercenada desapareció.


Y en la madrugada cuando le ponían la soga en el cuello, su brazo del muñón se tensó como cuando tienes la mano apretada, y tras unos segundos el brujo se relajó, sonrió, y entonces se llevó a cabo la ejecución.


Preguntó Kane si tenía el brujo un anillo de plata en su mano amputada, ante lo cual le contestaron que sí, uno con el símbolo de una serpiente enroscada.




Resumen de Alberto Salgado.

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