Resumen de La Torre del Elefante de Robert Howard - Parte II

Resumen de La Torre del Elefante

Parte II

Robert Howard


El cimmerio caminó raudo por las callejuelas de Arenjun, alejándose de la taberna rumbo al sector de la ciudad dedicado a los templos. Las columnas y altares de mármol brillaban bajo la luz de la Luna, de esos dioses zamorios de estructura de adoración compleja, al contrario del suyo, Crom, a quien no se le adora, ya que no le interesa aquello pues considera que todo quien suplica, es débil, pues sólo el valor le agrada a Crom, y le insufla lo necesario quienes en su nombre batallan. De ese modo continuó caminando hasta que al fin llegó a la Torre del Elefante, y se preguntó por qué le pusieron ese nombre, aunque una vez escuchó que elefante es el nombre de un cuadrúpedo animal grande que tiene dos colas, una adelante y otra atrás. Lo que sí sabía, es que el mayor tesoro allí guardado era una joya llamada Corazón del Elefante, de lo cual en la taberna se acababa de enterar, y por lógica dedujo que el nombre de la joya le daba nombre a la torre, la cual resplandecía ante la luz lunar por las piedras preciosas que la decoraban, y era de una redondez cilíndrica perfecta.


La torre era hermética y sin ventanas, se alzaba en medio de un jardín delimitado por una muralla que lo circundaba, y luego un segundo jardín intermedio delimitado por un segundo muro. Después de aquel análisis visual, Conan se acercó al muro, pero antes de trepar comenzó a reflexionar en los peligros que le aguardaban del otro lado, recordando una historia que escuchó sobre que el brujo Yara en una ocasión le enseñó una joya a un príncipe, “seguro se trató del Corazón del Elefante”, de la cual emergió una luz cegadora que lo envolvió reduciéndolo al tamaño de una pequeña araña, la cual el brujo aplastó con la planta de su pie, y también recordó que la gente decía que ese brujo tenía cientos de años pues era inmortal. En ese instante escuchó pasos al interior del jardín, asumiendo en consecuencia que sí había guardias, ante lo cual aguardó en silencio, y como no escuchó nada más, trepó, y tendido de bruces en lo alto del muro vio unos matorrales propicios para esconderse, así que saltó y corrió allí tropezando al llegar con un bulto en el suelo, que al agacharse comprobó se trataba de un cadáver con señas de haber sido estrangulado, especulando que se trataba del guardia que escuchó del otro lado del muro, y se estremeció pensando en quién, o qué, lo mató. Y agudizando su vista en la penumbra, se percató que algo se movía cerca de la muralla, así que desenvainó la espada, cuando de repente apareció un hombre.


Se produjeron unos segundos de tensión, Conan suponiendo que él había asesinado al guardia, y el hombre atento a la espada de Conan. El hombre era de la estatura del cimmerio, pero más corpulento, aunque con el vientre algo hinchado, sin embargo se veía ágil y su mirada era astuta, y portaba una cuerda enrollada. El hombre rompió el silencio diciendo que él, “refiriéndose a Conan”, no era un guardia, presentándose seguido como Taurus de Nemedia. Luego, tras presentarse Conan, dijo el cimmerio que había oído hablar sobre él, que lo apodaban Príncipe de los Ladrones, agregando que también era un ladrón y venía a robar la joya llamada Corazón del Elefante. Taurus juró por Bel, el dios de los ladrones, riendo, pero no con tono de burla sino apreciando el valor de Conan por atreverse a intentarlo, ofreciéndole en consecuencia trabajar en equipo, agregando que él se había preparado durante meses para dar el golpe, y especulando correctamente que el cimmerio por el contrario había actuado por impulso improvisadamente. Entonces, Taurus le explicó cómo había llegado hasta ahí y asesinado al guardia, ante lo cual Conan lo interrumpió preguntando por qué no había ocultado mejor el cadáver, y agregando que eso fue un error suyo cometido. Taurus le dijo en respuesta que si alguien viene a buscarlo, al encontrarlo irá a avisar a Yara, momento que se podría ocupar para escapar, en cambio si no lo encuentran lo rastrearían hasta encontrarlos a ellos. Comprendiendo entonces Conan el porqué lo consideraban Príncipe de los Ladrones, pues se trataba de un verdadero profesional en… el arte del robo.


Luego le dijo Taurus que en el jardín interior no había guardias, y que su plan era trepar la torre con su cuerda para evitar a los apostados en el primer piso, y además porque los tesoros están guardados en la cima, y una vez tomado el botín escapar del mismo modo sin que nadie se percate, y de toparse con Yara matarlo antes que los hechice, y que por eso escogió la noche para estrangularlo durmiendo si se lo topaba. Acto seguido el nemedio le dijo que lo siguiera saltando el segundo muro hasta el jardín interior, y Conan lo siguió no viendo luces del otro lado ni una puerta en la torre, ante lo cual Taurus le explicó que seguro la torre fue edificada con brujería, ya que la puerta debía ser tan hermética que era imperceptible desde fuera cuando estaba cerrada, y que las personas en el interior seguro respiraban el aire que venía desde arriba. Momento en que el sexto sentido de Conan lo alertó de una amenaza entre los arbustos, cuando vieron unos ojos resplandecientes… “¡Leones!” Exclamó Conan. Eran cinco pares de ojos, y Taurus le explicó que por ellos no había guardias en aquel jardín interior. Acto seguido mientras Conan espada en mano esperaba el inminente ataque de los felinos, el nemedio puso en su boca un tubo y sopló con fuerza, saliendo un polvo dorado del otro extremo formando una pequeña nube amarillenta que cubrió los arbustos haciendo a los ojos desaparecer. Ante la lógica pregunta de Conan, respondió Taurus que el polvo era veneno, indicándole que esperaran a que se disipara pues respirarlo significa la muerte. Y al dispararse el polvo, se acercaron a los arbustos cerciorando la muerte de los cinco leones, comentándole entonces Taurus que el polvo estaba compuesto por loto negro que crece en las selvas de Khitai, proponiendo en consecuencia el cimmerio matar a los guardias de la torre del mismo modo, pero Taurus le dijo que el ocupado era todo lo que tenía, el cual mucho le costó obtener robándolo de una caravana cerca de Estigia, y que aquello fue todo una hazaña, ya que estaba custodiado por una peligrosa serpiente…




Resumen de Alberto Salgado.

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