Resumen de La Hija del Gigante de Hielo de Robert Howard - Parte II

Resumen de La Hija del Gigante de Hielo

Parte II

Robert Howard



Dijo ella: “Hermanos, he traído a un humano para que lo maten, arránquenle el corazón para depositarlo en la mesa de Ymir nuestro padre”.


Ante esas palabras las siluetas comenzaron a moverse y le contestaron con gruñidos, como si hubiesen estado en letargo y despertado con las palabras de la muchacha, y fueron a por el cimmerio entonces quien desenvainó su espada para defenderse. Los gigantes tenían una fuerza equivalente a su tamaño, pero Conan era joven, así que con habilidad y agilidad los esquivó hasta que encontró el espacio para contraatacar. Con un mandoble cercenó la pierna de uno de los gigantes que cayó desangrándose, mientras el otro le dio un hachazo que rompió su malla pero no alcanzó a cortar su carne, aunque por el impacto cayó y debido al dolor quedó con el hombro parcialmente insensible, sin embargo pese a eso consiguió evadir el segundo golpe de hacha de aquel gigante que se hundió en la nieve, momento en que se levantó, y mientras el gigante intentaba zafar su hacha que muy hundida e incrustada estaba en la nieve por la violencia del golpe, de un salto atravesó con su espada el pecho del gigante.


La joven miraba horrorizada la pelea, y había dejado de reír ya que su desarrollo no fue como esperaba, y mucho más horrorizada quedó con el desenlace de sus dos hermanos muertos y el cimmerio en pie. Conan la miró bañado en la sangre de sus hermanos, y le dijo que llamara al resto de sus parientes pues no podría escapar de él, ante lo cual ella comenzó a correr iniciándose una nueva persecución, aunque al contrario de la anterior, sin burlas, pues ahora ella corría desesperada de terror, hasta que Conan al fin consiguió alcanzarla y la sometió rodeándola con sus brazos, iniciándose un forcejeo entre ella intentando liberarse y Conan intentando contenerla, hasta que al fin consiguió ella zafarse dejando al cimmerio sólo con su velo en sus manos, momento en que ella retrocedió un par de metros y alzando sus brazos. Exclamó: “Yamir, padre mío, sálvame”. Instante en que Conan fue donde ella para atraparla de nuevo, cuando el cielo se convirtió en un fuego helado azulado que cayó envolviendo a la muchacha, y la luz era tan cegadora que Conan se tuvo que cubrir los ojos.


Segundos después al abrir Conan sus ojos, con asombro vio que la joven había desaparecido ante él, mientras las luces subían haciendo parecer que el cielo había enloquecido, y escuchó un estremecedor estruendo a lo lejos como si viniese desde las montañas y más ecos lejanos, y luego detuvo su atención en la aurora boreal hasta que finalmente cayó desplomándose en la nieve por agotamiento.



Recobró Conan el conocimiento ante unas voces, eran los aesires del otro grupo quienes lo rodeaban he intentaban reanimarlo. Preguntó Conan si habían muerto y estaban en Valhalla, a lo cual le contestaron que no, que estaban vivos, agregando que no pudieron presentarse a tiempo a la batalla por una emboscada que sufrieron, pero al llegar al fin los cadáveres todavía estaban tibios, y que a él no le encontraron entre los muertos. Luego le dijeron que al detectar unas huellas que se alejaban del campo de batalla decidieron seguirlas, y que de ese modo lo hallaron.


Conan les habló sobre la batalla, luego sobre la mujer y su persecución, y de los gigantes que mató, y que se desvaneció la muchacha ante sus ojos por una luz que descendió del cielo. Los aesires le dijeron que en el camino de huellas no vieron cadáveres de gigantes ni pisadas de la mujer, ante lo cual Conan dudó de su propia historia debido a la falta de evidencias, y los aesires también, pues tras una batalla la mente puede jugar malas pasadas por los golpes y heridas, sobre todo estando en medio del perpetuo blanco de la nieve. Momento en que uno de los aesires, viejo, tomó la palabra, diciendo que la mujer es Atali, la hija de Ymir el gigante helado, quien recorre los campos de batalla entre los muertos, asegurando que personalmente una vez cuando era joven la vio, pero estaba mal herido así que no la pudo seguir. Dijo también que ella atrae a los sobrevivientes a los páramos para que sus hermanos los maten, los gigantes helados, y luego les extraen los corazones a las víctimas y se los ofrecen a su padre, Ymir.


Ante la historia del viejo, Conan volvió a dudar, pues esta coincidía con lo que “cree” haber visto y vivido, pero, no tenía pruebas. Momento en que el cimmerio se percató que en su mano izquierda empuñaba algo, imposible, que no era suyo ni de ningún guerrero aesir ni vanir de la batalla recientemente librada. Era un velo, el velo de una mujer, el velo de Atali, la hija del gigante helado.




Resumen de Alberto Salgado.

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